viernes, 16 de diciembre de 2016

De la ordinariez que se nos está imponiendo, de la urbanidad necesaria para la convivencia con nuestros semejantes y del consenso para seguir edificando España: más España y mejor España

Una de las última manifestaciones que hace Sergio del Molino como conclusión de su obra “La España vacía” es esta: “Aunque el tópico pinte a los peninsulares como gritones, chulos, prestos a la violencia y amigos de las soluciones directas y tajantes, la historia de los últimos cuarenta años demuestra que también sabemos ser un pueblo pacífico y paciente. Incluso valiente. Un pueblo que deja las cosas reposar, que no se precipita, que ha aprendido a no matarse”  Tenemos todos un sentimiento generalizado de que todo ello, un inmenso bien en sí mismo para todos los españoles, se está resquebrajando. No se cumple la Constitución, pero tampoco se cumplen las leyes. Venimos padeciendo una tromba de ordinariez que lo invade todo y que soportamos muy a disgusto. Nadie se está ocupando, los que debieran hacerlo, de volver a poner en pie unas normas de urbanidad y unos modales mínimos que son necesarios para la convivencia de los semejantes Y hay avisos claros de formaciones antisistema que ocupan puestos en las instituciones que –como en tantos lugares de nuestro mundo- quieren acabar con lo que es nuestro para ocupar el poder sin más y aprovecharse de ello lo más posible sin importarles ideales, objetivos, metas, sueños nacionales, municipios, provincias, autonomías, paisajes españoles o España en fin. Y ocupado el poder, ya sabemos: fideles, cháveces, maduros, lulas da silvas, evosmorales, kirchneres y lopeces. Y no los hemos probado, pero pintan lo mismo los lepaines, los cincoestrellados, los fepeos, etc.

En Majadahonda, Parque Colón la primavera pasada
Debemos ir enderezando lo torcido por su orden. Pretender que se cumpla la Constitución hoy cuando no se cumplen las leyes ordinarias, ni los reglamentos ni las normas comunes en general ni siquiera las normas de urbanidad es un mero voluntarismo. Empecemos por más abajo: existe una ley de banderas que no se cumple desde muchos años, ni en Cataluña ni en Euskadi. No se coloca la bandera de España junto a la de Cataluña, como es preceptivo, y esa dejadez del Gobierno Central va permitiendo que las gentes vayan confundiendo las cosas. Y son cosas muy serias para que les dejemos que las confundan. La alcaldesa de Barcelona llegó a decir a unos jefes militares (sin venir a cuento y sin que nadie se hubiera dirigido a ella, lo que en sí mismo constituye un asalto) al frente de un stand en una feria de Educación en Barcelona, que no eran bienvenidos y que no volvieran. Es intolerable y aquí coincidimos con un asunto importante, que no trataré hoy, pero que hay que enmendar a la mayor brevedad posible: la separación entre lo civil y lo militar propiciado desde las instituciones, no desde la sociedad, lo que constituye un contrasentido grave y desconcertante. Hay que terminar de inmediato con el sometimiento del poder judicial a la política; no es posible que no haya aún sentencia para Urdangarín y la Infanta e Isabel Pantoja haya ya cumplido su condena. Y el caso de la familia Pujol es aún mucho más grave y pone a España en una posición más difícil aún ante las veleidades secesionistas de los señoritos separatistas de Cataluña, no de la sociedad catalana que se ha sentido siempre española y se halla en el mayor de los surrealismos políticos que han soportado. También en ello tiene su buena parte de culpa y no poca el Gobierno Central. Desde Cataluña y desde Euskadi se le llama Gobierno de España para hacer palmario que hablan desde territorio no español y el lenguaje se le contagia al gobierno Central completo y se manifiesta él mismo en los mismos términos ¿Dónde estamos? ¿Dónde queremos estar?

Lío en el hemiciclo momentos antes de que se iniciase la sesión  solemne de apertura de la Legislatura

Pero vamos a descender un escalón más. Vamos a ponernos en un plano más sencillo y más primario ¿Nos gusta que se nos imponga la ordinariez que nos imponen unos nuevos diputados? Greñas descuidadas, coletas marginales, olisqueo de axilas en la sesión para comprobar si ese día tocaba desodorante o no tocaba, indumentaria para faenar en el campo subiendo a la Tribuna de los Diputados o en una Audiencia con el Rey. Da lo mismo. Presentarse en el Congreso de esa forma cuando una mayoría está vistiendo traje con camisa y corbata es una grosería pero también una injusticia. Y el protocolo también está para ser cumplido, de manera que el que no lo cumpla no es admitido al acto. Estas imposiciones chabacanerías tan grandes que se nos hacen son el principio del camino para romper el sistema junto a otros pasos bien orquestados con los que han salido a faenar desde el comienzo pro domo sua y nunca a favor de los españoles a quienes representan. Espero que todo este tipo de cosas junto a la de amamantar a la fuerza a su criatura en el Salón de Plenos vaya haciendo ver a los votantes de qué especímenes se trata estas nuevas fuerzas populistas de moda en el mundo entero y que están aquí por la perversidad de los políticos tradicionales que no han parado de corromper las instituciones. El caso español del PP y PSOE induce a la zozobra ¿A quién votamos después de tanta traición?




O tenemos claro todo esto de una manera colectiva, como nación, o no seremos nunca capaces de servir a España con eficacia. Esto es haciendo de España cada día una España más grande y una España mejor.

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