jueves, 8 de diciembre de 2016

No podemos seguir viviendo sin valores



Lo estamos haciendo, estamos viviendo despreocupadamente -lo cual no es sinónimo de vivir con alegría- y ya estamos cayendo en la cuenta de las consecuencias que conlleva la vida del hombre sin valores.


Estos son algunos de los valores perdidos

Desde 1989 aproximadamente, fecha en que cae el muro de Berlín y se desvanece la utopía comunista, estamos viviendo en todo el mundo una época (llamada posmoderna por los analista sociales) que consiste -entre otros rasgos- en el ocaso de la ética y su reemplazo por la estética, el paso de Prometeo a Narciso: disfrutar de la vida, la privacidad, del presente, del carpe diem, abandonando la cultura del esfuerzo, de la renuncia, del cumplimiento de la vocación. Es una ética provisional y contextualizada en cada momento y lugar sin compromisos para siempre, cuando mucho sólo contratos temporales.

Y así han pasado ya muchos años y nos duelen seriamente los efectos que padecemos.

El hombre y la mujer sólo crecen y ganan valor cuando se ponen en la búsqueda de la verdad, del bien y de la belleza. Así se van haciendo personas y llegan a sentir dentro de sí su proyección de infinitud. Eso es en lo que consiste vivir humanamente. Y sólo así es posible encontrar la felicidad, que es el fin único al que estamos llamados cada uno de nosotros y que sólo es posible obtener  cuando la persona es fiel a sí mismo y a su propia vocación.

Una crisis de identidad personal como la que está sufriendo la humanidad en estos últimos años nunca le había sucedido con anterioridad. La más parecida, por el vacío espiritual e institucional, fue la del pueblo romano cuando se pasa de la República al Imperio, pero -siendo tan grave como para dar origen al fin de Roma- no es como la que estamos malviviendo nosotros: se reivindica el sentimiento, un pensamiento catalogado como light, un abanico de valores para escoger, a la carta. Se retoma el valor de la vida cotidiana: cuerpo, deportes, música, sexo, arte, naturaleza, sociedad. Se vive sobre un trasfondo nihilista y una búsqueda inútil de significado.

Cuando en España se vivía una crisis de valores se iba a buscar aquellos en los militares que los mantenían a capa y espada y eran considerados custodios de las esencias del pueblo español. Hoy ya no nos valen porque hasta hemos desechado a los militares como ciudadanos en que fijarnos.

Propongo una alternativa. Si no encontráramos ninguna no podríamos encontrar los valores que precisamos para vivir como personas y como pueblo.

En plena competición
Marchando tantas cosas mal como marchan en España hay una excepción gloriosa: nuestros deportistas. Nunca como ahora habíamos cosechado tantos éxitos deportivos de primer rango internacional como los de Rafa Nadal (probablemente el más grande deportista español de la Historia), la selección de fútbol, la selección de baloncesto, el automovilismo, motorismo, natación, golf...

A todos estos deportistas sí estarían dispuestos los españoles a seguir para poder ser los primeros como ellos. Vayamos a nuestros deportistas a encontrar los valores que precisamos, que la sociedad ha perdido y que ellos mantienen ¿Cuáles son los valores que conforman el armazón del deporte y de la vida deportiva?

Hay valores personales que el deporte tiene, pero voy a señalar sólo los valores sociales, aquellos con los que sin duda rearmaríamos nuestra sociedad. Son éstos: respeto, cooperación, relación social, amistad, competitividad, trabajo en equipo, participación de todos, expresión de sentimientos, convivencia, lucha por la igualdad, responsabilidad social, justicia, preocupación por los demás, compañerismo.

Si los hemos encontrado y nos gustan, divulguémoslos, compartámoslos y pongámoslos en práctica en nuestro vivir de cada día.

(E.L/15.12.2013


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