viernes, 10 de enero de 2020

El gobierno de coalición social-comunista


          

Los ministros de UP que se esperan para el nuevo Gobierno


         Pedro Sánchez ha demostrado, como nadie, sus dotes de prestidigitador de la política sobre un fondo humano y político carente de la más elemental ética. Desde que prosperó su moción de censura contra Rajoy no he parado de oír insultos contra él: ‘okupa’ (que nunca lo fue aunque su ocupación de Moncloa nos chirriara a muchos: fue conforme a derecho, aunque rebosante de ilegitimidad por los socios que la secundaron), traidor, felón, embustero…Simplemente en su falta de ética no se afana en una mínima dignidad en sus actos. Jamás insultaré a nadie, convencido de que el insulto personal siempre descalifica al que lo profiere. Sin embargo, no puedo pasar sin dejar unos apuntes de la circunstancia política que vivimos y que nos ha traído el inefable Pedro Sánchez Pérez-Castejón. Una circunstancia política que va a dirigir un gobierno de coalición por primera vez en democracia y cuya última experiencia histórica fue el también gobierno social-comunista de Largo Caballero entre 1936 y 1937. Nótese que Largo, si bien asume la presidencia del Consejo de Ministros en septiembre del 36, cuando ya la guerra incivil había comenzado dos meses antes, había sido ya ministro en el primer bienio republicano y fue líder de la Revolución de Asturias de 1934 desatada por el PSOE, que no aceptó (y así lo expresó explícitamente) la victoria de la derecha en las urnas.

          Es súper sabido que no podría dormir tranquilo -ni él ni los españoles, dijo- en un gobierno de coalición con Unidas Podemos’. Nada más lógico: UP es una formación populista antisistema y, en consecuencia, anticonstitucional, antiespañola, republicana y contra el estado social y democrático de derecho que surgió del consenso de 1978. Pues bien, nadie sabe ahora lo tranquilo que va a dormir Sánchez con un gobierno de coalición con UP en cuyo Consejo de Ministros se sentarán un vicepresidente y cuatro ministros, dos de ellos pareja entre sí por hacer más bonito el paisaje. Yo no me siento tranquilo ni en el sueño ni en vigilia.

Abrazo entre Sánchez e Iglesias poco después de las elecciones

          Después de haberse quitado de encima (mirando hacia otro lado y no de otra manera) sus miedos por compartir Gobierno con UP, Sánchez comenzó su discurso de investidura proclamando que “España no se rompe”. Los que conocemos el aforismo latino de “Excusatio non petita…” nos vimos compelidos a hacer un esfuerzo de serenidad por nuestro propio bien, pero tomando muy buena nota de todo. Tras ello proclamó, sin despeinarse –bien lo sabe Dios-, que “no había tenido otra posibilidad de pacto” que no fuera con UP. Toda España sabe que la derecha representada por PP y C’s le habían ofrecido crear un gobierno de coalición con el PSOE para haber ejercido un sólido gobierno de Estado que permitiera arrostrar sin fisuras el mayor problema que tiene planteado la política española: la independencia de Cataluña azacanada y vilmente perseguida desde las mismas instituciones del Estado en la Comunidad Autónoma. Y seguimos consintiéndolo desde el gobierno central, no desde el gobierno de España como ladinamente dicen los independentistas ¡Qué mala aplicación hicimos en época de Rajoy del art. 155! y esas aplicaciones tan malas desgastan el precepto, le restan espesor y solidez.

          No contento con todo ello se atreve a pactar la abstención en las votaciones de investidura  con ERC, cuyo líder está condenado por sedición y proclama en el hemiciclo y, por lo tanto, ‘erga omnes’, que el ‘conflicto’ catalán es político y que hay que desjudicializarlo. Además de usar la jerga independentista, que es vestirse con el uniforme inapropiado ¿se dará cuenta de nuestra zozobra si lo desjudicializáramos a él? ¿Podría un presidente del Gobierno ser inmune al poder judicial sin que peligrara nuestro Estado de Derecho?

          Y nótese, y esto es aún aun más grave, que llegó a proclamar también que ‘la ley por sí sola no basta’. Si con ello hubiera querido decir que la ley precisaba del poder ejecutivo para conminar por la fuerza a su cumplimiento y del poder judicial para interpretarla y aplicarla de la manera más justa posible hubiera estado bien, pero no; no se refería a eso, no se hagan ilusiones. Se refería a un compadreo con el incumplimiento de la ley, intolerable en democracia: nos dijo que había pactado una mesa de negociación; un referéndum por la autodeterminación de Cataluña hecho en Cataluña en exclusiva, burlando de esa manera la soberanía nacional española que reside en el pueblo español, en todo el pueblo español y nunca en una de sus partes. Fuera de la ley sólo existe la selva, conviene que se sepa.

          Ante tamaños despropósitos (que son desafueros políticos) tengo la esperanza de que la naturaleza del Presidente, a más de ser escasa en ética, de exigua dignidad (no sé si al hablar de dignidad caben las graduaciones), frentista, sectaria, poco amiga de la verdad es también inmensamente confiada en su astucia para los juegos de triles y de la misma manera que ha engañado con la bolita a toda España, comenzando por los votantes del PSOE, engañe también con la misma bolita de trilero a Unidas Podemos y a los independentistas, filoetarras y otras formaciones que han apoyado la investidura. Las noticias que se van sabiendo sobre la formación de gobierno hacen pensar en que la causa de un gobierno tan numeroso es la de diluir a UP; la de nombrar cuatro vicepresidentes y no tres es la de diluir la influencia de Iglesias y que –sobre la marcha- en el transcurso del tiempo engañe también a las formaciones que se han abstenido en la votación de investidura. Quizá sea por aquello del que no se conforma es porque no quiere pero yo tengo esa esperanza.

          Y termino con una demanda exigente para Cataluña. Es la hora de la firmeza en el cumplimiento de la ley entera: desde la Constitución hasta el reglamento más nimio y las normas de protocolo. Unidas Podemos no ha estado en esa línea pero ha de ponerse en línea y también cumplir las normas de protocolo. De lo contrario flaco favor hará al gobierno al que debe servir, no del que debe servirse.

          En marzo de 2017 publiqué en este mismo blog una reflexión que se titulaba “Me duele España”. Hoy me sigue doliendo, pero entre todos debemos hacer por que España retome la senda de estabilidad que merece una nación tan antigua y tan afanosamente construida como la nuestra. Nada menos que setecientos años de guerra contra el Islam invasor de la península en el s. VIII.

          Un año antes, febrero de 2016, escribí y después volqué en el blog en diciembre del mismo año, cuando lo inicié, el artículo “Venezuela y Podemos. La República bolivariana de Venezuela ¿hacia una República coletariana de España?”

          Y sobre el problema de Cataluña tengo también  unas cuantas referencias en el blog.

          Espero que el gobierno social-comunista que va a formar Sánchez no se parezca en nada al de Largo, su predecesor en el PSOE de los años 30, que Unidas Podemos coadyuve a la eficacia de la gobernación de España, comenzando por embridar con firmeza la aberración del independentismo catalán, que la oposición lo exija como es debido en las democracias modernas consolidadas. Y que todos progresemos de veras. No porque el gobierno se diga progresista sino porque se empeñe en el progresos real de los españoles.

          Con esa esperanza termino estas líneas. Que sea así.


E.L./12.01.2020