Una de las última manifestaciones que hace
Sergio del Molino como conclusión de su obra “La España vacía” es esta: “Aunque el tópico pinte a los peninsulares
como gritones, chulos, prestos a la violencia y amigos de las soluciones
directas y tajantes, la historia de los últimos cuarenta años demuestra que
también sabemos ser un pueblo pacífico y paciente. Incluso valiente. Un pueblo
que deja las cosas reposar, que no se precipita, que ha aprendido a no matarse” Tenemos todos un sentimiento generalizado de
que todo ello, un inmenso bien en sí mismo para todos los españoles, se está
resquebrajando. No se cumple la Constitución, pero tampoco se cumplen las
leyes. Venimos padeciendo una tromba de ordinariez que lo invade todo y que
soportamos muy a disgusto. Nadie se está ocupando, los que debieran hacerlo, de
volver a poner en pie unas normas de urbanidad y unos modales mínimos que son
necesarios para la convivencia de los semejantes Y hay avisos claros de
formaciones antisistema que ocupan puestos en las instituciones que –como en
tantos lugares de nuestro mundo- quieren acabar con lo que es nuestro para
ocupar el poder sin más y aprovecharse de ello lo más posible sin importarles
ideales, objetivos, metas, sueños nacionales, municipios, provincias,
autonomías, paisajes españoles o España en fin. Y ocupado el poder, ya sabemos:
fideles, cháveces, maduros, lulas da silvas, evosmorales, kirchneres y lopeces.
Y no los hemos probado, pero pintan lo mismo los lepaines, los
cincoestrellados, los fepeos, etc.
En Majadahonda, Parque Colón la primavera pasada |
Debemos ir enderezando lo torcido por su orden.
Pretender que se cumpla la Constitución hoy cuando no se cumplen las leyes
ordinarias, ni los reglamentos ni las normas comunes en general ni siquiera las
normas de urbanidad es un mero voluntarismo. Empecemos por más abajo: existe
una ley de banderas que no se cumple desde muchos años, ni en Cataluña ni en Euskadi.
No se coloca la bandera de España junto a la de Cataluña, como es preceptivo, y
esa dejadez del Gobierno Central va permitiendo que las gentes vayan
confundiendo las cosas. Y son cosas muy serias para que les dejemos que las
confundan. La alcaldesa de Barcelona llegó a decir a unos jefes militares (sin
venir a cuento y sin que nadie se hubiera dirigido a ella, lo que en sí mismo
constituye un asalto) al frente de un stand en una feria de Educación en
Barcelona, que no eran bienvenidos y que no volvieran. Es intolerable y aquí
coincidimos con un asunto importante, que no trataré hoy, pero que hay que
enmendar a la mayor brevedad posible: la separación entre lo civil y lo militar
propiciado desde las instituciones, no desde la sociedad, lo que constituye un
contrasentido grave y desconcertante. Hay que terminar de inmediato con el
sometimiento del poder judicial a la política; no es posible que no haya aún
sentencia para Urdangarín y la Infanta e Isabel Pantoja haya ya cumplido su
condena. Y el caso de la familia Pujol es aún mucho más grave y pone a España
en una posición más difícil aún ante las veleidades secesionistas de los
señoritos separatistas de Cataluña, no de la sociedad catalana que se ha
sentido siempre española y se halla en el mayor de los surrealismos políticos
que han soportado. También en ello tiene su buena parte de culpa y no poca el
Gobierno Central. Desde Cataluña y desde Euskadi se le llama Gobierno de España
para hacer palmario que hablan desde territorio no español y el lenguaje se le
contagia al gobierno Central completo y se manifiesta él mismo en los mismos términos
¿Dónde estamos? ¿Dónde queremos estar?
Lío en el hemiciclo momentos antes de que se iniciase la sesión solemne de apertura de la Legislatura |
Pero vamos a descender un escalón más. Vamos a
ponernos en un plano más sencillo y más primario ¿Nos gusta que se nos imponga
la ordinariez que nos imponen unos nuevos diputados? Greñas descuidadas, coletas
marginales, olisqueo de axilas en la sesión para comprobar si ese día tocaba
desodorante o no tocaba, indumentaria para faenar en el campo subiendo a la
Tribuna de los Diputados o en una Audiencia con el Rey. Da lo mismo.
Presentarse en el Congreso de esa forma cuando una mayoría está vistiendo traje
con camisa y corbata es una grosería pero también una injusticia. Y el
protocolo también está para ser cumplido, de manera que el que no lo cumpla no
es admitido al acto. Estas imposiciones chabacanerías tan grandes que se nos
hacen son el principio del camino para romper el sistema junto a otros pasos
bien orquestados con los que han salido a faenar desde el comienzo pro domo sua y nunca a favor de los
españoles a quienes representan. Espero que todo este tipo de cosas junto a la
de amamantar a la fuerza a su criatura en el Salón de Plenos vaya haciendo ver
a los votantes de qué especímenes se trata estas nuevas fuerzas populistas de
moda en el mundo entero y que están aquí por la perversidad de los políticos
tradicionales que no han parado de corromper las instituciones. El caso español
del PP y PSOE induce a la zozobra ¿A quién votamos después de tanta traición?
O tenemos claro todo esto de una manera colectiva,
como nación, o no seremos nunca capaces de servir a España con eficacia. Esto es
haciendo de España cada día una España más grande y una España mejor.