jueves, 26 de julio de 2018

Soraya contra el PP


         
Que no entro si no vamos al 57 y 43 % respectivamente
¿No hay nadie que le explique la perversidad de su actitud?

             He leído ya varias cosas sobre el PP y Soraya en estos últimos meses. Sólo voy a recordar unos cuantos rasgos que la han ido definiendo, por sus obras, a lo largo del tiempo.

         Soraya no debe ser desconocida para ninguno de nosotros y, no obstante, he advertido alguna que otra sorpresa entre mis contactos por su actuación contra el partido, tras haber perdido el Congreso y sin asumir su derrota.

         Ha sido vicepresidenta del Gobierno Rajoy, que fue capaz de enderezar el desastre a que llevó Zapatero la economía española y, en cambio, ha dejado una crisis política en España no vista desde los años 30 del siglo pasado. Aquí se ha llegado por inacción, dejadez, “el tiempo lo arreglará” cuando es de todos conocido que en términos de gestión (no sólo de acción política) la peor decisión es la que no se toma.

         En vez de ocuparse con denuedo de la escisión de Cataluña se ha entretenido en manejos turbios de “madrastra de Blancanieves”: para anular un eventual crecimiento del PSOE en las encuestas, propició un duopolio televisivo que abrió la puerta de la casa a Podemos, con consecuencias que podrían haber sido aún más graves; cuando Ciudadanos comenzó a liderar las encuestas de intención de voto orquestó un vapuleo a la formación de Rivera, confundiendo al que estaba en el juego político fiel a las reglas, con aquellos que van contra el Estado, sus leyes, contra la nación española, contra todo lo que se mueve a excepción de los dineros que les llegan del Estado. Tras la puesta en vigor del art. 155 de la Constitución (sic) ella fue Presidenta de la Generalidad en funciones y no recuerdo que hubiera ido a Cataluña en alguna ocasión.

         En relación con el PP ha contribuido de manera continuada a desideologizar el partido sin importar que fuera perdiendo los principios y valores que lo informaron, sustituyéndolos por un exclusivo marketing electoral. Un partido no es una empresa que deba ir ganando cuotas de mercado y nada más. Las debe ganar, sí, desde los principios que lo informan y sin renunciar a ellos. Desconozco las tramas de las que se le acusa en el interior del PP actuando contra unos u otros en función de sus filias y de sus fobias.

         Todo ello, tanto en el Gobierno como en el Partido, ha sido consentido (quizás promovido, no lo sé) por Mariano Rajoy. Con ello quiero decir que ella puede que no tenga toda la responsabilidad, pero sí una porción sustancial de responsabilidad.

         Por último, es decepcionante –si todo lo anterior no lo fuera- la ampulosidad con que ha llamado a la unidad del partido, desde la convocatoria de primarias, para que, una vez derrotada en el Congreso, se empeñe –proclamándolo alto y claro- en que no propiciará la unidad si no se le garantizan puestos en el Consejo de Administración proporcionales a su aportación de capital. “Cosas veredes, Mío Cid”

          una lástima que un partido que ha sido el más grande de España y que ha vertebrado el centro derecha español quede hecho unos zorros y roto. Espero que Casado y los que le ayuden puedan remediar la situación a no tardar.

         Pero eso, sí: que cada uno examine con rigor y sin hacer trampas en el solitario su responsabilidad.



























E.L./26.07.2018

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