jueves, 31 de enero de 2019

En defensa, una vez más, de Francisco, Obispo de Roma

Alfonso Ussía

Francisco, Obispo de Roma


      Tenía ya previsto volver a la defensa de este Papa, que recibe a diario fuego amigo, fuego enemigo en todas direcciones y con todas las intensidades. En lo que no entro, ni voy a entrar jamás, es en la bondad o maldad de las intenciones de los francotiradores.

      Sobre la mesa me urgían otros asuntos para pensar con prioridad a esta defensa del Papa, pero un artículo de Ussía en La Razón, ayer, me ha movido a redactar con urgencia estas líneas. A mi modo de ver, Ussía en su página diaria en La Razón, no crucifica al Obispo de Roma (eso dice el titular de Periodista Digital esta mañana) sino que lo tilda una y otra vez de imbécil de catálogo. Allá él si piensa que Francisco en su estupidez sólo piensa que en Venezuela hay nada más que un conflicto: 1) El Mundo, el 05.08.2017 apuntaba en titulares que “Ni el Vaticano puede callar ante el golpe chavista”, refiriéndose a la proclamación de la ilegítima asamblea constituyente; 2) en esa misma línea, El País de 04.08.2017 señalaba “El Vaticano pide al chavismo que suspenda la toma de posesión de la Constituyente” con un subtitular que decía: “La Santa Sede sostiene que la iniciativa fomenta la tensión e hipoteca el futuro de Venezuela”; 3) el 03.01.2017 el diario ABC  proclamaba el siguiente titular: “El Vaticano apoya la llamada de la Iglesia a rebelarse en Venezuela. La Santa Sede impulsa la lucha pacífica y democrática contra el Gobierno de Nicolás Maduro.” 4) Es remarcable cómo Francisco sustituye en la diócesis de Caracas al Cardenal Urosa con gran rapidez, al cumplir la edad reglamentaria y presentarle la preceptiva dimisión, por el también Cardenal Porras, reconocido antimadurista. 5) El diario argentino La Nación, en su edición de 06.12.2016 da cuenta de los ataques inmisericordes al Vaticano del régimen, en la persona del ala militar chavista –Diosdado Cabello-, en respuesta a una carta personal del Secretario de Estado, Pietro Parolin, en la que exigía a Maduro que cumpliera su palabra en las negociaciones con la Oposición, en que la Iglesia actuaba como mediadora. Todo esto (no quiero abrumar a nadie) me parece que demuestra fehacientemente que el Papa vive, apoya, piensa, sufre y decide sobre la tragedia venezolana como es. Que vive una tragedia y no un conflicto. Otra cosa es que en el desarrollo de los trágicos acontecimientos surjan hechos destacables, y la autoproclamación de Juan Guaidó como Presidente efectivo de la nación y el reconocimiento cuasi inmediato por muchos países, lo es, un hecho destacable de mucho peso que genera un serio conflicto en Venezuela, añadido a la ya trágica situación que se vive en aquella nación.


         ¿Se puede decir que confunde la tragedia de un pueblo con un conflicto político cuando su Secretario de Estado, Parolin, fue nuncio en Venezuela desde2009 hasta 2014? ¿Se puede insistir en tal dislate cuando el segundo de la Secretaría de Estado del Vaticano, nombrado en agosto pasado es venezolano, Monseñor Edgar Peña, nacido en Maracaibo ¿Pensará alguien que es casualidad?¿No parece más bien un volcarse en la tragedia de Venezuela con más medios? Nótese el asunto religioso en Venezuela es peculiar. El chavismo es un comunismo que se declara católico (sic) y que esa característica ha sido decisiva para el seguimiento de la ciudadanía a lo largo de estos veinte años.

         Hay falsedades palmarias en el artículo como la proclamación siguiente: “Sus obispos en Venezuela, Santidad, que sí están con el pueblo y no con los tiranos (sic), se sienten desamparados de los brazos y las palabras de Vuestra Santidad.” Me remito simplemente a la visita “ad limina” de los 40 0bispos de Venezuela en septiembre pasado y su consuelo de estar en comunión con el Santo Padre recibiendo su apoyo y su consejo, como siempre, en plena zozobra de la tragedia de su pueblo. Y así le mostraron su acatamiento en vísperas del viaje a Roma mediante un escrito de la CEV de 30 de de agosto de 2018. A las duras y a las maduras y ejerciendo su ministerio petrino, de confirmar a sus hermanos en la fe y salvaguardando la unidad de la Iglesia a él confiada.

 

         Hay también gracietas de Ussía, aderezadoras de su objetivo, como que Francisco sonríe a los “rojos” (Cristina Fernández de Kirchner) y a la monja Lucía Caram (sic) y deja de sonreir a “los azules” (Trump y Macri) Para decir, como dice, que el Vaticano no es ajeno al comunismo internacional debe probar su afirmación. Pero ya se sabe, “calumnia que algo queda”.

         Por supuesto se alude a Soros como “el baluarte y financiador de la corrupción sociopolítica.” Esto de Soros es un mantra recurrente de la derecha inmovilista (política, económica, religiosa, mediopensionista) que no acabo de entender y que –a mi juicio- cae en la trampa de aquellos “cui Soros prodest”: Podemos, secesionistas catalanes y demás familia.

         De la consideración final de que la Santa Sede es un estado, prefiero abstenerme de comentar ¿O es que alguien cree a estas alturas que cada papa es elegido, entre otras cosas, por su misión de estadista? Arreglada iría la Iglesia.

         Me ha dolido mucho la lectura del artículo y más con la buena valoración que tengo de Ussía. Un hombre claro, coherente, buen escritor, valiente y fiel a sí mismo. Él sabrá por qué ha echado las patas por alto con esta invectiva contra el Papa, pero sus palabras parecen más inspiradas en un Godofredo de Bullón, orgulloso de que la sangre sarracena le llegara a la altura de la rodilla en los atrios del Templo en Jerusalén o del requeté con un fusil de asalto en ristre guerreando al grito de ¡Viva Cristo Rey! Esas dos son aberraciones de la historia del catolicismo, contrarias al Evangelio del Señor al que el Obispo de Roma, Ussía y yo nos debemos si es que de verdad queremos seguirlo. A estos católicos les van unos papas y no les van otros, eso nos ocurre a todos, pero a ellos hasta el punto de rechazar la comunión con el indeseado. Por su talante, la estrella la ponen a Juan Pablo, II (por cierto, canonizado por Francisco). Cada uno tenemos nuestras valencias y los papas también. Juan Pablo, II, que como dice H. Küng, fue el papa del Opus Dei y de los medios de comunicación, actuó como si la cristiandad se mantuviera viva, consideró que la Iglesia Universal era como una gran Polonia, descabalgó a las órdenes religiosas de buena parte de su servicio a la Iglesia a favor de los que se llamaron los nuevos movimientos. Todo esto ha dado no buenos frutos eclesiales. No prestó oídos a los abusos por parte del clero y fue muy lamentable su actuación con Marcial Maciel, fundador de la Legión de Cristo. De la defenestración del P. Arrupe y el establecimiento de estado de excepcionalidad en la Compañía de Jesús, prefiero co comentar nada. Frente a ello fue impulsor de las JMJ, que atrajeron a muchos jóvenes a plantearse el fenómeno religioso cristiano.





























E.L./31.01.2019

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