Alfonso Ussía |
Francisco, Obispo de Roma |
Tenía ya previsto volver a la defensa
de este Papa, que recibe a diario fuego amigo, fuego enemigo en todas
direcciones y con todas las intensidades. En lo que no entro, ni voy a entrar
jamás, es en la bondad o maldad de las intenciones de los francotiradores.
Sobre la mesa me urgían otros asuntos
para pensar con prioridad a esta defensa del Papa, pero un artículo de Ussía en
La Razón, ayer, me ha movido a redactar con urgencia estas líneas. A mi modo de
ver, Ussía en su página diaria en La Razón, no crucifica al Obispo de Roma (eso
dice el titular de Periodista Digital esta mañana) sino que lo tilda una y otra
vez de imbécil de catálogo. Allá él si piensa que Francisco en su estupidez sólo
piensa que en Venezuela hay nada más que un conflicto: 1) El Mundo, el
05.08.2017 apuntaba en titulares que “Ni el Vaticano puede callar ante el golpe
chavista”, refiriéndose a la proclamación de la ilegítima asamblea
constituyente; 2) en esa misma línea, El País de 04.08.2017 señalaba “El Vaticano pide al chavismo que suspenda la toma
de posesión de la Constituyente” con un subtitular que decía: “La Santa
Sede sostiene que la iniciativa fomenta la tensión e hipoteca el futuro de
Venezuela”; 3) el 03.01.2017 el diario ABC
proclamaba el siguiente titular: “El Vaticano apoya la llamada de la
Iglesia a rebelarse en Venezuela. La Santa Sede impulsa la lucha pacífica y
democrática contra el Gobierno de Nicolás Maduro.” 4) Es remarcable cómo
Francisco sustituye en la diócesis de Caracas al Cardenal Urosa con gran
rapidez, al cumplir la edad reglamentaria y presentarle la preceptiva dimisión,
por el también Cardenal Porras, reconocido antimadurista. 5) El diario
argentino La Nación, en su edición de 06.12.2016 da cuenta de los ataques
inmisericordes al Vaticano del régimen, en la persona del ala militar chavista
–Diosdado Cabello-, en respuesta a una carta personal del Secretario de Estado,
Pietro Parolin, en la que exigía a Maduro que cumpliera su palabra en las
negociaciones con la Oposición, en que la Iglesia actuaba como mediadora. Todo
esto (no quiero abrumar a nadie) me parece que demuestra fehacientemente que el
Papa vive, apoya, piensa, sufre y decide sobre la tragedia venezolana como es. Que
vive una tragedia y no un conflicto. Otra cosa es que en el desarrollo de los
trágicos acontecimientos surjan hechos destacables, y la autoproclamación de
Juan Guaidó como Presidente efectivo de la nación y el reconocimiento cuasi
inmediato por muchos países, lo es, un hecho destacable de mucho peso que
genera un serio conflicto en Venezuela, añadido a la ya trágica situación que se
vive en aquella nación.
¿Se puede decir que confunde la
tragedia de un pueblo con un conflicto político cuando su Secretario de Estado,
Parolin, fue nuncio en Venezuela desde2009 hasta 2014? ¿Se puede insistir en
tal dislate cuando el segundo de la Secretaría de Estado del Vaticano, nombrado
en agosto pasado es venezolano, Monseñor Edgar Peña, nacido en Maracaibo ¿Pensará
alguien que es casualidad?¿No parece más bien un volcarse en la tragedia de Venezuela
con más medios? Nótese el asunto religioso en Venezuela es peculiar. El chavismo
es un comunismo que se declara católico (sic) y que esa característica ha sido decisiva
para el seguimiento de la ciudadanía a lo largo de estos veinte años.
Hay falsedades palmarias en el artículo
como la proclamación siguiente: “Sus obispos en Venezuela, Santidad, que sí
están con el pueblo y no con los tiranos (sic), se sienten desamparados de los
brazos y las palabras de Vuestra Santidad.” Me remito simplemente a la visita
“ad limina” de los 40 0bispos de Venezuela en septiembre pasado y su consuelo
de estar en comunión con el Santo Padre recibiendo su apoyo y su consejo, como
siempre, en plena zozobra de la tragedia de su pueblo. Y así le mostraron su
acatamiento en vísperas del viaje a Roma mediante un escrito de la CEV de 30 de
de agosto de 2018. A las duras y a las maduras y ejerciendo su ministerio
petrino, de confirmar a sus hermanos en la fe y salvaguardando la unidad de la
Iglesia a él confiada.
Hay también gracietas de Ussía,
aderezadoras de su objetivo, como que Francisco sonríe a los “rojos” (Cristina
Fernández de Kirchner) y a la monja Lucía Caram (sic) y deja de sonreir a “los
azules” (Trump y Macri) Para decir, como dice, que el Vaticano no es ajeno al
comunismo internacional debe probar su afirmación. Pero ya se sabe, “calumnia
que algo queda”.
Por supuesto se alude a Soros como “el
baluarte y financiador de la corrupción sociopolítica.” Esto de Soros es un
mantra recurrente de la derecha inmovilista (política, económica, religiosa,
mediopensionista) que no acabo de entender y que –a mi juicio- cae en la trampa
de aquellos “cui Soros prodest”: Podemos, secesionistas catalanes y demás
familia.
De la consideración final de que la
Santa Sede es un estado, prefiero abstenerme de comentar ¿O es que alguien cree
a estas alturas que cada papa es elegido, entre otras cosas, por su misión de
estadista? Arreglada iría la Iglesia.
Me ha dolido mucho la lectura del
artículo y más con la buena valoración que tengo de Ussía. Un hombre claro,
coherente, buen escritor, valiente y fiel a sí mismo. Él sabrá por qué ha
echado las patas por alto con esta invectiva contra el Papa, pero sus palabras
parecen más inspiradas en un Godofredo de Bullón, orgulloso de que la sangre
sarracena le llegara a la altura de la rodilla en los atrios del Templo en
Jerusalén o del requeté con un fusil de asalto en ristre guerreando al grito de
¡Viva Cristo Rey! Esas dos son aberraciones de la historia del catolicismo,
contrarias al Evangelio del Señor al que el Obispo de Roma, Ussía y yo nos
debemos si es que de verdad queremos seguirlo. A estos católicos les van unos
papas y no les van otros, eso nos ocurre a todos, pero a ellos hasta el punto
de rechazar la comunión con el indeseado. Por su talante, la estrella la ponen a
Juan Pablo, II (por cierto, canonizado por Francisco). Cada uno tenemos nuestras
valencias y los papas también. Juan Pablo, II, que como dice H. Küng, fue el papa
del Opus Dei y de los medios de comunicación, actuó como si la cristiandad se mantuviera
viva, consideró que la Iglesia Universal era como una gran Polonia, descabalgó a
las órdenes religiosas de buena parte de su servicio a la Iglesia a favor de los
que se llamaron los nuevos movimientos. Todo esto ha dado no buenos frutos eclesiales.
No prestó oídos a los abusos por parte del clero y fue muy lamentable su actuación
con Marcial Maciel, fundador de la Legión de Cristo. De la defenestración del P.
Arrupe y el establecimiento de estado de excepcionalidad en la Compañía de Jesús,
prefiero co comentar nada. Frente a ello fue impulsor de las JMJ, que atrajeron
a muchos jóvenes a plantearse el fenómeno religioso cristiano.
E.L./31.01.2019
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