lunes, 17 de julio de 2017

La imprescindible tolerancia para convivir nada tiene que ver con la permisividad

Fray Tomás de Torquemada,
Inquisidor general, símbolo de la intolerancia


         Vivimos tiempos de desasosiego, de ausencia de valores humanos que nos hacen vivir con un espesor en lo humano muy delgado, rayando en la animalidad, tiempos de confusión y de desolación.

         En ese escenario, tanto en la convivencia cívica como en la convivencia política (cívica también, pero incivil tantas veces) es imprescindible la TOLERANCIA, una actitud virtuosa que consiste en la aceptación de las conductas de los demás, o de sus pensamientos, con los que no comulgo pero que están dentro de las normas aceptadas.

         Sin embargo, esa actitud, virtuosa en sí misma, la estamos confundiendo con PERMISIVIDAD, que consiste en la aceptación del incumplimiento deliberado por parte de nuestros semejantes de las normas y leyes comúnmente aceptadas (mentir, robar, desobedecer a la autoridad…) Y en esta confusión y con esta permisividad es como la convivencia se quiebra y nos hacemos irremediablemente víctimas del más fuerte.

         La TOLERANCIA no es aceptar todo del otro, sino aceptar al otro como un todo y la PERMISIVIDAD  es la renuncia a decidir entre lo que me es lícito y lo que no me conviene. Es muy sabio el adagio paulino “Todo está permitido, decís, pero no todo conviene. Todo está permitido, pero no todo edifica” (1 Cor. 10, 23)

         La diferencia entre TOLERANCIA y PERMISIVIDAD es la misma que existe entre RESPETO y VENERACIÓN. El exceso siempre nos aboca al error. Y nos ocurre que de tanto pretender aceptar a los demás como son acabamos aceptando nuestros propios dislates.

         He comentado ya en este foro aspectos varios que surgen con la emergencia de Podemos. A mí me sigue pareciendo el emblema de la permisividad en la vida pública española. Todo se les permite. Desde su falta de aseo hasta el incumplimiento de las normas de protocolo y esa falta de respeto a las normas son las que conllevan a que la convivencia sea imposible. Por definición toda norma es una regla a la que se deben ajustar las operaciones y llevamos muchos años en que las reglas existen pero las operaciones no se ajustan a ellas ¿Desde cuándo permiten los gobiernos centrales de España que los gobiernos autonómicos de Euskadi y Catalaluña incumplan la Ley de Banderas escondiendo nuestra bandera nacional del lugar central que debe ocupar junto a la ikurriña o la señera? ¿Desde cuándo se permite al gobierno de la Generalidad catalana que no acuda a las reuniones con los otros gobiernos autonómicos y se les sigue mandando el correspondiente giro postal a pesar del desaire y la mala voluntad manifiesta?

         Y parece muy claro que de aquellos polvos vienen estos lodos y cuando se hace dejación del imperio de la ley las sociedades se envilecen o llegan a destruirse.

           Esta es la ruta venezolana del régimen chavista, en diez pasos, muy certeramente analizada por una de sus víctimas, Miguel Henrique Otero, Presidente del Diario Nacional de Caracas:

1.      El uso del petróleo como herramienta política y geopolítica.
2.      La destrucción paulatina del aparato productivo privado y de la productividad.
3.      La destrucción de la independencia de los poderes públicos.
4.      La colonización, politización y control absoluto del sistema judicial.
5.      La persecución física y judicial de los opositores.
6.      La politización e ideologización de la Fuerza Armada Nacional.
7.      La destrucción sistemática de los medios de comunicación.
8.      La construcción de una hegemonía comunicacional que permita al régimen el control de absoluto de las informaciones y la opinión que circulaba en Venezuela.
9.      La destrucción sistemática de los símbolos y valores de la república.
10. Una cultura política basada en la polarización

           Esto, dice Otero, tiene consecuencias muy duraderas: brutaliza el ejercicio de la política, destruye los mecanismos de convivencia, impone la ley del más fuerte, establece la negación del otro como base de los intercambios sociales, autoriza al ejercicio de la violencia, impide la comprensión objetiva de la realidad.

           De la permisividad con Cataluña y Euskadi ya tenemos los réditos. Los de la permisividad con Podemos pueden desembocar en un caos al estilo venezolano.

           Ojalá le pongamos remedio a tiempo.







E.L./17.07.17

No hay comentarios:

Publicar un comentario