jueves, 15 de junio de 2017

Es del género imbécil, por suicida, dar cobijo confortable al que tiene como objetivo asesinarte

         Se hace imprescindible poner en marcha nuevas políticas de convivencia con los musulmanes en los países que les acogemos en Occidente. De lo contrario, todo hace pensar que pereceremos por causa de las acciones de los yihadistas, martiriales o no.

         Y hasta ahora los hemos admitido sin trabas, hemos alentado sus costumbres y estamos llegando hasta la estupidez. Se va a considerar la celebración del mes del ayuno de purificación, o mes de Ramadán, como fiesta española ¿Se puede ser más cenutrio? Perdemos así nuestras señas de identidad, una de las cuales y no la menor era la de la lucha contra el Islam. En todo Occidente se están construyendo mezquitas (en ocasiones con ayudas públicas) cuando en los países islámicos wahabistas, los que suelen financiarla, no se nos permite levantar iglesias para nuestro culto ¿A ese complejo de inferioridad o de imbecilidad hemos llegado?


El Rey de Arabia saudí


         España conoce bien lo que el Islam representa: lo que supone en términos de convivencia, lo que significa en términos de guerra y lo difícil, si no imposible, que resulta una alianza con el Islam desde nuestra condición de increyentes. No en balde se mantuvo ocupada por el Islam durante siete siglos, del VIII al XV, ocupación que se extendió por toda la Península. En ocasiones hemos presumido de ciudades medievales (Toledo y Córdoba son los paradigmas) de una convivencia excelente de las tres culturas –cristiana, judía y musulmana-. Nada de eso es cierto, la convivencia entre ellas era un continuo sobresalto. Hoy sí y mañana también se producían altercados entre miembros de las tres religiones.

         Convivo con musulmanes a diario, principalmente marroquíes empleados en establecimientos que frecuento y son personas amables, cariñosas y serviciales. Sin embargo, cuando se comenta con ellos los atentados islamistas padecidos, a cuál más horrendo, dicen que no son verdad que sean islamistas, que eso son cosas que dicen los políticos. Y, ciertamente, se pone uno primero a pensar y a temblar más tarde.

         Esto me lo dijo muy convencida una mujer de Casablanca muy alegre, cariñosa y eficiente que trabaja en una pastelería a la que acudo a diario a comprar el pan. Y me lo dijo tras el último atentado de Londres el pasado día 3 ¿Cómo es posible padecer una intoxicación de tal magnitud? Se conocen los autores del atentado, se conocen sus ramificaciones, se detiene a gente de su alrededor que formaba parte de aquellas, se produce la reivindicación por el Daesh ¿A qué este empecinamiento? Al poco del atentado de Londres, el Daesh atentaba contra Irán en dos acciones paralelas: una contra el Parlamento iraní y la otra, a las afueras de Teherán, contra la tumba del imán Jomeini. Actuaciones sangrientas de suníes contra chiíes, una escisión que se produce entre los musulmanes al poco de la muerte del Profeta y que se ha ido agrandando hasta verse como irreconciliable. Es horrendo que mueran seres humanos:  lo mismo vale un ciudadano de Madrid que otro de Teherán, pero atentando entre ellos poco podemos hacer los de fuera. Sin embargo, Nueva York con las Torres Gemelas destruidas, París, Bruselas, Estocolmo, Londres ¿tienen que acudir al martirio como oveja al matadero por parte de esta gente? Una gente a la que hemos acogido, que ha crecido entre nosotros, a la que no hemos hecho mal alguno sino el bien que hemos podido, el disfrute de nuestra cultura.

Abu Bakr al Baghdai, autoproclamado Califa del Estado Islámico


         Hay que cortar esto. No sé cómo, nunca he tenido responsabilidades políticas ni de orden público, pero hay que cortarlo. No más mezquitas como si nada, no más velos en las mujeres como si nada, no estupideces como hacer del Ramadán una Fiesta española. El que llega a otra casa cumple con el adagio de que donde fueres haz lo que vieres y a los musulmanes les toca eso como nos toca a nosotros.

         Salam ailekum.





















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